Medicina Regenerativa
La
medicina regenerativa es una especialidad dentro de las ciencias de la salud
que aplica los principios de la ingeniería biomédica para la fabricación de
sustitutos biológicos para la restauración, mantenimiento o mejoras en los
órganos y tejidos del cuerpo humano. La ingeniería de tejidos incluye conceptos
en campos como la biología celular, robótica y la micro fabricación.
Gracias a la ingeniería en tejidos (una nueva ciencia)
está siendo posible regenerar nuevos tejidos a partir de pequeños fragmentos de
tejidos sanos logrando restaurar la funcionalidad parcial o total de este. Ya
hay pruebas de sus resultados al haber completado satisfactoriamente la
regeneración de piel, cornea y cartílago.
Durante los últimos 50 años uno de los principales logros
de la medicina ha sido poder regenerar tejido humano a partir de una muestra de
este, ya haya sido por una enfermedad o traumatismos. Cuando una enfermedad o
lesión daña tejidos enteros, se pueden aislar, cultivar, y amplificar
suficientemente células sanas en el laboratorio, y luego ser trasplantadas a
las zonas afectadas para reparar las partes lesionadas. A esta técnica se le
conoce como tejido in vitro. Es necesario manejar un número muy elevado de células
lo cual es un reto mayor ya que las muestras son usualmente muy pequeñas y es
necesario expandirlas hasta un número considerable. El siguiente reto es crear
una matriz extracelular para el tejido que se desea restaurar; esta matriz da
el apoyo tridimensional que les permita crecer y desarrollar sus funciones
fisiológicas propias.
A lo largo de la historia el hombre siempre ha tratado de
ver la manera de restaurar de manera total o parcial, natural o artificialmente
el órgano más grande de nuestro cuerpo: la piel. Solamente en el siglo XX
gracias a la biología celular permitieron a partir de la década de los 50 que
se iniciaran y desarrollaran técnicas que alcanzaran este propósito. Dentro de
las técnicas desarrolladas se encuentra la del cultivo de células in vitro haciendo posible que las células
aisladas fuera del cuerpo humano puedan sobrevivir multiplicarse por tiempo indefinido.
En 1980 Banks-Schelegel y col. demuestran la viabilidad
del epitelio cutáneo obtenido in vitro empleándolo como injerto en animales de
experimentación, lo cual llevó al perfeccionamiento de estas técnicas haciendo
posible la utilización de estos tejidos, obtenidos en el laboratorio, en la
práctica clínica. Mediante el cultivo de células, a partir de una biopsia
mínima de piel sana, se puede obtener en un período relativamente corto una
gran cantidad de piel autóloga, útil para trasplantar, no existe morbilidad por
complicaciones de la zona donante y al tratarse de un injerto autólogo se obvia
el problema de rechazo inmunológico.